SAFARI AFRICANO mujeres cazadoras

Safari Africano – 4ª Parte

Estábamos en los últimos días del safari y como expliqué en  artículos anteriores, estaba siendo una experiencia maravillosa.

Hasta el momento llevaba abatidos algunos de los antílopes como ñu, oryx, faco y roan, pero todavía quedaba algunos que me hacían gran ilusión como la Hartman, el impala o el harteebest, animales muy representativos de la fauna Namibia. Por ello estaba un poco preocupada porque veía que el tiempo se me echaba encima y no era capaz de completarlo. ¿Quién dijo que cazar aquí era sencillo?

La cebra Hartman o de montaña es un animal endémico de Namibia y me hacía muchísima ilusión hacerme con un ejemplar. Muchos cazadores dicen que no les motiva abatir un “caballo con rayas” y eso es porque no han recechado nunca a una Hartman. Os puedo asegurar que ha sido una de las cacerías más bonitas que he vivido en África. Yo creía que iba a ser mucho más fácil, pero son unos animales muy esquivos y que gracias a sus rayas se camuflan perfectamente en el entorno. Duras y veloces, cuesta muchísimo trabajo tenerlas a tiro.

safari africano parte 4

Salíamos todos los días con la idea de cazarla pero se nos cruzaban otros animales dentro de mi lista de favoritos y preferíamos asegurar, posponiendo el acecho de la cebra para otro momento.

Una tarde localizamos un gran grupo de cebras corriendo velozmente monte a través, como espantada, y nos resultó imposible acercarnos a ellas. Planeamos la estrategia dando la vuelta y ganarles terrenos y ponernos con el aire a favor. Nos bajaríamos del jeep, pero este apenas pararía para seguir con su marcha y no hacer ruido alguno por la zona, mientras nosotros comenzaríamos a seguirlas a la huella. Pero tuvimos que cancelar el plan, pues Antonio de la manera más tonta se lastimó el tobillo provocándolo una importante lesión.

 

 

 

 

 

 

 

Tirado en la sabana africana quejándose del dolor recé para que no estuviera roto y como era natural se suspendió la cacería. Nos fuimos directos al campamento para ver si mejoraba y en vistas de que cada vez se ponía más feo nos fuimos al hospital de Windhoek. Le hicieron todas las pruebas pertinentes y definitivamente no estaba roto ¡gracias a Dios!. Volvimos al campamento de madrugada, con su pie vendado y un cargamento de pastillas antiinflamatorias para el dolor. Para Antonio el safari había terminado y no había pegado ningún tiro.

safari africano parte

A la mañana siguiente me desperté y me entristeció mucho dejarlo en la cama. Pero me insistió en que tenía que seguir con el safari y me fui sin mi compañero de caza. Debo reconocer que se me hizo raro recechar sin él.

Montada en el jeep con el aire fresco de la mañana, nos dirigimos al área montañosa en donde habitan las Hartman. Tras buscarlas desde los altos y haciendo asomadas a varios barrancos, vimos un buen grupo de ellas. Así que emprendimos la marcha con mucho cuidado y nos fuimos en su búsqueda. Teníamos el aire a favor e íbamos acechándolas con sumo cuidado con el fin de ponernos a una distancia aceptable.

Tras el cauteloso acercamiento, llegamos a un punto algo elevado en que divisábamos gran parte del grupo. Por suerte los animales habían careado a una planicie en lo alto de la montaña y estaban tranquilas pastando. Pieter y yo comenzamos a valorar para escoger el animal correcto. Tras unos momentos de nerviosismo e inquietud, me indicó un animal que estaba un tanto apartado del resto. Su figura era esbelta y poderosa. Prepararé el rifle, en esta ocasión el Sauer S404 XTC del .300 WM y efectué el disparo con el animal algo terciado, pero la bala le entró por el codillo y salió por el pecho. Vi como acusó el disparo, pero la cebra no calló en el sitio. No me lo podía creer, otra vez la odisea de pistear y buscar la pieza. Inmediatamente que nos acercamos al lugar del lance, localicé fácilmente el rastro de sangre en la dirección que corrió la cebra y estaba casi segura que en pocos metros la iba a encontrar, pero no fue así.

Más de dos kilómetros estuvimos corriendo tras su rastro, que era abundante, pero cuyo instinto de supervivencia le seguía dando fuerzas para continuar ladera abajo. En algunos puntos paraba a descansar dejando bastante sangre pero continuaba andando en cuanto nos oía aproximarnos.

La vimos de lejos bastante tocada y preparé el rifle para volver a dispararle, pero en ese momento nos vio y aceleró el paso para ocultarse nuevamente. Era admirable su fuerza y entereza. Finalmente, tras una intensa persecución desistió echándose detrás de una acacia y  pude rematarla. Lamenté el sufrimiento, pero daba muestras de la dureza de estos animales. Me acerqué y acaricié su enorme cuello sintiendo cada una de sus curtidas cicatrices hechas por otros machos por dominar el harén. Su tamaño era enorme, con un colorido único. Sus rayas negras se fundían al blanco pasando por unos tonos beige y marrones. Su cabeza y cuello eran robustos, con una acentuada papada típica de esta especie. Sin duda un trofeo hermoso que es uno de los recuerdos más bonitos de mi viaje a África.

safari africano parte 4

Volvimos al campamento con la cebra abatida y allí estaba Antonio esperándome ansioso para verla. Después de una mañana entera en reposo estaba con muchas ganas de salir a cazar y más viendo los resultados de mi partida. Comimos en el campamento súper rápido y nos colocamos en una charca, pero esta vez en el puesto de los arqueros. Era la única manera que tenía Antonio de cazar. Esa tarde lo único que nos entraron eran facóqueros hembras con sus crías y no quisimos tirar aun entrando alguna buena.

Recogimos los trastos y nos fuimos a descansar.

Esa noche no esperaba una exquisita cena junto al fuego de campamento. En mitad de la noche africana, y bajo un mar de radiantes estrellas, degustamos una excelente barbacoa de steenbuck, un pequeño antílope con una carne deliciosa.

Con ilusión y algo de tristeza amaneció el último día  de caza y aún quería conseguir dos animales más.. Me veía en España sin el impala y el hartebeest. La desesperación después de varios intentos fallidos de acercamiento a estas especies a lo largo de la semana me hacían presagiar lo peor.

 

 

 

 

Esa mañana salimos en busca de los harteebest y antes de llegar al área abierta que era una verdadera preciosidad, Antonio que iba de copiloto en el jeep vio un grupo de impalas entre el bush. Pieter y yo bajamos del jeep rápidamente y las últimas palabras que escuché fueron: “esta es tu última oportunidad de conseguir el impala aprovéchala”. Y así lo hice, no puedo estar más orgullosa de mi PH, hizo un gran trabajo, me puso a 50 metros de distancia del grupo de impalas.  y yo. Lo abatí de un certero disparo y volví con una sonrisa de oreja a oreja y con mis deberes hechos en busca del hartebeest.

safari africano parte 4

El área abierta era el paraíso de los harteebest, un lugar precioso en el que había un cauce de un río. La sequía que acechaba Namibia en ese momento lo tenía seco, pero los antílopes pastaban al atardecer en la vega, en busca los pocos brotes tiernos que había en kilómetros a la redonda. Algunas veces veíamos cientos de harteebest y otras veces no veíamos nada. Pero era un espectáculo cuando nos encontrábamos las manadas.

Esa mañana hicimos  un acercamiento espectacular arrastrándonos por el suelo. La zona era muy bonita, pero para acercarnos a ellos era muy difícil pues teníamos poco monte donde escondernos, teniendo que ser muy sigilosos. Cualquier ruido o movimiento nos podía delatar. Cada vez que conseguíamos avanzar varios metros, ellos se alejaban más. Después de varias horas tras ellos el sol se alzó y el calor empezó a apretar, sin poder disparar a ningún hartebeest. Estaba muy preocupada pero sin perder la esperanza. ¡Todavía me quedaba la tarde salida!

En la comida en el campamento los PH me daban ánimos y consejos para tirar mejor a los animales africanos, sobretodo del harteebest que era el que me quedaba. Me decían que no pecara de tiro alto por la prominente cruz en forma de giba, que le tirase en el borde del hombro delantero, ligeramente por encima y me aseguraban que al día siguiente lo conseguiría.

Volvimos pasado el mediodía con esperanza de encontrar algún ejemplar en la zona de la vega del río. ¡Si seco era un lugar precioso, imaginar cómo tendría que ser con agua!

Efectivamente tal y como predecíamos había un grupo pequeño de hartebeest en el que se encontraba un gran macho. Esta vez al vernos se metieron a refugiarse en el monte por lo que fuimos tras sus huellas muy despacito. Aunque estos animales de vista no andan muy bien, jugábamos con ventaja del bush. Su oído y olfato lo tienen bastante desarrollados y al vernos estaban muy en alerta, por lo que no se estaban quietos y andaban tranquilamente pero sin detenerse.

Después de varios intentos de acercamiento fallidos, esperando a que se atravesara y se parase para asegurar el disparo, decidí que por ser el último día y mi última ocasión, en el momento que viese el pelaje rojizo me la jugaría aun siendo un disparo muy lejano.

Así lo hice, cuando volvimos a verlo el animal, a pesar de la distancia y que seguía moviéndose, le adelanté la mano y el disparo llegó alcanzarle, aunque con un tiro un poco trasero. Echamos a correr tras él y tuve que efectuar otro disparo para finalmente abatirlo. Conseguí la bestia roja de África y mi felicidad se multiplicó. ¡Por fin completé el primer safari africano tal y como lo había soñado!

safari africano parte 4

Pero mi aventura en África se terminaba y entonces empecé a pensar en la vuelta a casa. No tenía ni pizca de ganas. Me dijeron que África enganchaba, lo que no me podía imaginar es que iba a desear tanto volver a este lugar y más cuando todavía no lo había dejado.

Fueron seis intensos días llenos de aprendizaje, alegrías y un pequeño disgusto por la lesión de Antonio, pero que perdurarán siempre en mi recuerdo.

safari africano parte 4

He descubierto una tierra maravillosa, con gente estupenda, trabajadora y sencilla, que se desviven por que los cazadores que hasta allí viajan tengan la mejor de sus experiencias. Son cazadores increíbles, con una capacidad de vista y orientación pasmosa, quienes no dudan en enseñarte los pequeños detalles que no son perceptibles por nuestros acomodados ojos.

Una tierra salvaje, árida y muy lejana a la que ya considero mi casa y a la que espero volver lo más pronto posible.

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