Confesión de la mujer de un cazador en apuros
Con la expectación y la curiosidad de descubrir algo nuevo, así estaba yo. Ajena a todo lo relacionado al mundo de la caza, yo llevaba mi vida como una auténtica urbanita más: asfalto, compras, pubs, música… Los animales más cotidianos eran perros, gatos y caballos, en calles y casas de amigos; los tonos verdes y marrones eran estampados de prendas acumuladas en las tiendas porque “no favorecen”; el madrugar era para estudiar, coger avión o trabajar… Hasta que de buenas a primeras noto ciertos comportamientos extraños en mí, habían entrado a mi vida nuevos animales, el verde y marrón conformabanLEER MÁS +