Rehala Dibe con María Pilar Montero

Hace mas de 12 años, cuando mi insistencia pesó más que la prudencia de mi padre y comencé a acompañarle en sus jornadas cinegéticas. Tan solo han pasado los años, pero no ha cambiado nada. Las incertidumbre, dueña por completo de mí la noche antes de la montería, la ilusión cada vez que bajan mis valientes del carro, el eco de los lances…son cosas que hay que vivir, para poder comprender de lo que les hablo.

No concibo un frío fin de semana de invierno sin pisar la sierra helada, sin mirar al risco más alto y pensar que en unas horas estaría ahí arriba, sin el olor a jara y sin el calor tras un pinchazo de una aulaga. Como ya he dicho en alguna ocasión para mi la caza es parte de mi vida, es parte de lo que soy. Soy una cazadora orgullosa de estar dentro de ese gran grupo, al que llaman perreros, de seguir el legado de mis padre, de tener el placer de estremecerme cuando veo a mis guerreros romper monte sin descanso o cuando veo como paran los pasos a alguna res.

El tener rehala, aunque en algunas ocasiones pase desapercibido, es un sacrificio solo valorado por quienes conocemos desde la profundidad y amamos a nuestros fieles compañeros. Es un arte que no todos comprenden y saben llevar a cabo. Ser Rehaleros es tener una dedicación constante durante los 365 días del año, no se reduce solamente a los 5 meses de temporada. Requiere una dedicación exclusiva y particular a cada uno nuestros animales. Todos los días se les prestan las prestaciones higiénicas , veterinarias, necesarias, junto a las que surgen de manera aleatoria o puntual.
Nosotros los rehaleros , no consideramos la caza una modalidad, sino que es parte de nuestra vida, ya que en muchas ocasiones, este gran tesoro, ha sido la herencia que nuestros padres nos han dejado, un legado que hace que aprendamos jornada a jornada, orgullosos de las lecciones que nuestros antepasados y desde antaño, nos enseñaron y enseñan entre los riscos de nuestras sierras.